ISABEL ALLENDE - carta
El primer libro de la autora en tocar la puerta fue PAULA en los noventa.
Con ese regalo su madre pretend铆a paulatinos descansos en la incesante actividad festera que dominaba la adolescencia.
Que regresara a los doce a帽os, cuando el descubrimiento de algunas lecturas reten铆an el impulso celebrativo exclusivo en la cabeza. Pero le bastaron pocos libros para descubrir el cicl贸peo conocimiento, el gran conocimiento de que aventurarse era muy superior a leer aventuras ajenas.
¿C贸mo tan renacuaja intuy贸 cu谩l era el mejor de los distintos aprendizajes que ofrecen m煤ltiples p谩ginas?
Antes de los trece hubo descubierto con los libros la emoci贸n de la expresi贸n libre, gracias a ellos no se qued贸 atrapada en sus lomos, fueron trampolines que la impulsaron a salir muy pronto a vivir lo que,luego, al tumbarse en descanso, escrib铆a. Escribirlo era secundario e inevitable, una man铆a para el orden.
Las salidas sin regreso real, solo representativo, propici贸 un apasionamiento por la m煤sica tan descomunal que iba comi茅ndose la fascinaci贸n literata.
Aquella precocidad pudo darse por la 煤nica sabia norma parental dentro de una colecci贸n de disfuncionalidades: libertad absoluta cada fin de semana siempre y cuando de lunes a viernes su hermano y ella hicieran vida monacal, desde el colegio a casa a estudiar sin permitir ni cinco minutos de tonteo a la puerta del colegio, con el var贸n a veces flexibilidad.
Los deberes se despachaban tambi茅n r谩pido aunque no hubiera internet, quedaban entonces bastantes horas sin salir, tele entre semana prohibida a excepci贸n del hechizante Barrio S茅samo; la ocupaci贸n en prisi贸n fue leer, escribir y rendir culto a su primer equipo de m煤sica.
Aquella rutina potenci贸 su concentraci贸n, hab铆a un tiempo para interiorizar las palabras y la melod铆a, hab铆a un tiempo (iniciado con cosquillas digestivas los jueves por la tarde) para recibir con exaltaci贸n el glorioso fin del encierro.
En 1990 irrumpi贸 la arrasadora moda del Carn茅 Falso, sin uno no eras nadie.
Era un grupo muy numeroso de amigos en el que todos se atrev铆an a ser alguien. Tanto que algunos aseguraban danzando que ser铆an futuros representantes de The Cult, H茅roes del Silencio o Patti Smith.
脡rase unos ni帽os.
Extraordinariamente felices por esa inventada y megaut茅ntica identidad,
¿qui茅n co帽o iba a engancharse a un libro pudi茅ndolo representar?
La moda de falsear la edad permit铆a entrar pr谩cticamente a cualquier local, una tendencia tan transgresora que hasta los mismos porteros se admiraban del surrealismo, hipnotizados por esos bellos y tiernos renacuajos que ansiaban pelotazos musicales y pedir rollo o dejarse pedir. L铆nea divisoria definida que tanto divert铆a a los mayores observar desde la barra, porteros incluidos.
Entonces una mayor铆a no eran macarras de medio pelo ansiosos de exhibir su penosa autoridad. Eran nada m谩s y nada menos que supervivientes de los 80, m谩s historia que m煤sculos a sus espaldas y una tendencia a relacionarse con cualquier casta y edad por dura que fuera su apariencia en puerta.
Hab铆a consumado ya muchos locales cuando PAULA llam贸 a su casa. A no ser que contaras con alg煤n familiar erudito que pretendiera hacer de influencer, la inexistencia de redes y rese帽as te sentaba frente a una obra con la expectativa virgen, cruda, sin especias.
Isabel Allende gozaba en Espa帽a de una gran consideraci贸n desde sus inicios con "La casa de los esp铆ritus". Para los a帽os noventa ya se hab铆a convertido en el regalo comod铆n cuando alguien quer铆a acertar pero no sab铆a con qu茅, incluso si el agasajado no le铆a. Allende ca铆a en aniversarios, comuniones y hasta bautizos, "para que se aficione de bien chiquito, querida", justificaban ante el asombro materno.
Pero aquella madre ten铆a una raz贸n con fundamento para el regalo, la conoc铆a como si la hubiera parido, sab铆a que su hija necesitaba referentes femeninos que pudieran descubrirle peripecias de las que ella carec铆a.
M谩s de la primera mitad cay贸 en un suspiro, ejecut谩ndose como aut贸mata decidi贸 frenar para concienciarse mejor de aquella barbaridad. Estaba leyendo confiando sin reservas en una mente y coraz贸n desconocidos que se atrev铆an a arrastrarla a una colecci贸n de vulnerabilidades que, para los sentidos en construcci贸n de una adolescente, resultaba tan fascinante como aterrador.
Tras unos d铆as de asimile, crey贸 que pod铆a entender los cuarentainueve a帽os de experiencias atravesadas por la autora si le dedicaba algo en su diario. A煤n quedaba relato, era a煤n una lectora inocente en la trama, era buen momento para aventurarse en los mejores deseos. Quiso expresar que, aunque no la conociera, se adentraba en su sufrimiento, que se estaba ahogando, que no desfalleciera, que Paula saldr铆a adelante, se recuperar铆a y volver铆a a disfrutar de lo mejor de la vida. La m煤sica suele prometer que lo mejor est谩 por venir.
Lo escribi贸 en su diario mel贸mano como un conjuro para que la m煤sica cumpliera su cometido.
Sigui贸 leyendo y dej谩ndose arrastrar por lo inabarcable.
Ser铆a encantador narrar en el diario c贸mo, a pesar de la dificultad para entender la tr谩gica intensidad, logr贸 hacer suya aquella lectura y se dej贸 marcar positivamente por la fuerza talentosa y superviviente de Allende para el resto de sus d铆as.
Pero aquello no ocurri贸.
La decepci贸n al terminar la obra con Paula fallecida fue una devastaci贸n inaceptable. Se hab铆a enamorado de Isabel, pero a煤n m谩s de Paula; estaba segura, con el convencimiento de la ignorancia m谩s pura, que todo el esfuerzo y pasi贸n de su madre no pod铆a tener otra desembocadura que la salvaci贸n. Aquella lectora desgarrada no ten铆a ni los veinte a帽os, a Dios gracias era a煤n una privilegiada que no cataba tragedias, una ignorante firme en no catarlas jam谩s.
Era alguien simplemente feliz.
En su defensa diremos que naci贸 inconformista, su felicidad no le bastaba, es decir, parte de su felicidad implicaba mojarse para que la felicidad calara al resto.
Su primera vez.
La primera vez que le铆a unas memorias que finalizaban con un final sin retorno. Se hab铆a dejado el coraz贸n en cada p谩gina y ahora, alguien o algo, pretend铆a que practicase un inmediato desapego al finalizar el 煤ltimo p谩rrafo.
No le puedes exigir a una ni帽a el desapego. No le puedes exigir a una madre el desapego. El desapego es de por s铆 un t茅rmino manido y tramposo. Eso lo sabr铆a en todo su negror veinte a帽os despu茅s, cuando no solo la psicolog铆a te贸rica, sino la aplicada en carne viva, abusaba del concepto para violar el duelo.
Pero todav铆a no estaba en el futuro imposible, sino adentr谩ndose en mitad de los noventa.
Se pudo olvidar un poco de Allende, no tanto de Paula. No toleraba recrearse en la espeluznante posici贸n de madre, pero gracias a su fe Paula pod铆a ser imaginada en paz, incluso en 茅xtasis.
Como hemos dicho, ser铆a encantador se帽alar a Paula como el detonante de un amor creciente por los libros y en especial por los de su autora. Pero en realidad se produjo un par贸n, qui茅n sabe si la causa fue ese impacto o la
b煤squeda de otro g茅nero de impactos.
En cualquier caso las lecturas fueron minimizadas y sustituidas por otra clase de experimentaci贸n atravesada, circulares 茅xtasis a trav茅s de diversos colores, la trama consist铆a en protagonizar uno mismo todos los libros simult谩neamente, hasta los que no fueron le铆dos.
Muchos, muchos a帽os de subid贸n coloreado.
No hay subida sin bajada por alta que sea la escalada conquistada.
La bajada lleg贸 y las puertas del para铆so no se molestaron ni en cerrar porque todas, conchabadas, palmaron.
Llegaba el momento de volver al refugio. Libros.
¿Qu茅 habr谩 sido de ellos?
¿Seguir铆an esperando en las lejas del cerrado armario o tambi茅n la habr铆an abandonado por traici贸n callejera?
Era el momento de airearlos, liberarlos del secuestro en el que fueron usados, manipulados como somn铆fero para descansar entre escalada y escalada.
Era tiempo de redescubrirse mutuamente, en un espacio calmo y llano donde ya no suceder铆a mucho m谩s que lo que esas p谩ginas sugirieran. Un tiempo precioso para trabajar la audacia que contrasta lo vivido en primera persona con lo vivido por el otro.
Hab铆a cumplido treintaitr茅s a帽os, se percib铆a tan joven que cre铆a que lo mejor estaba a煤n por llegar, eso era lo que gritaba la m煤sica y lo que susurraban aquellos lomos que al desplegarlos ensanchaban la mente a probabilidades r铆tmicas, cada autor una profec铆a encriptada.
Ser铆a encantador relatar en su diario que en la nueva etapa de lectora feroz volvi贸 a Isabel Allende y se recuper贸 del tiempo perdido. Ojal谩. Le hubiera cambiado el camino cuando los trayectos eran incipientemente pl谩sticos.
No encuentra explicaci贸n a que no volviera a cruz谩rsela estando por todas partes. ¿No la vio o la obvi贸? En verdad, no recuerda haberla localizado en la diversidad de gozosas casualidades, pero ¿hasta qu茅 punto podemos enfocar bien la mirada cuando el inconsciente juguetea en cada m煤sculo?, ¿puede ese inconsciente no solo funcionar en modo emocional sino tambi茅n ocultar la materia?
La obra no se le materializ贸 hasta muchos a帽os despu茅s, no apareci贸 hasta acercarse a los cincuenta, la autora hab铆a alcanzado la bell铆sima c煤spide de una shockeante octogenaria: la sapiencia y valent铆a de siempre elevada a qui茅n sabe qu茅 potencia. Era principios de 2025, saboreaba "M谩s all谩 del invierno" sin previa recomendaci贸n, sin leer referencias, lo encontr贸 en un p谩lpito o mero azar, da igual. Da igual porque a partir de ah铆 un detonante sigui贸 a otro para crear un brillante hilo que cosi贸 un regimiento de desaf铆os rotos, tiempo perdido incluido.
Despu茅s de aquel invierno, lleg贸 la primavera para releer Paula. La le铆a con cuarentainueve a帽os, la misma edad con la que Allende escribi贸 estas memorias a su ni帽a.
Esta vez entendi贸 sin perturbaci贸n desde la primera hasta la 煤ltima impresi贸n. Ya hab铆a cumplido los a帽os necesarios para deshacerse de la inocente practicidad que reserva las tragedias a los otros.
Dos tragedias.
Una de ellas ni colada en las peores pesadillas, no contemplada jam谩s por el m谩s enloquecedor mecanismo del inconsciente.
Reley贸 Paula como 煤nica vez, redescubr铆a a una madre portentosa en cada una de las dimensiones qu puede serlo una persona, transcend铆a su condici贸n de madre, algo imposible en la situaci贸n m谩s debilitadora.
Resolvi贸 tantas dudas volviendo a Allende..., llevar铆a demasiado esfuerzo resumir la transmisi贸n, en su diario hizo lo que pudo: anotaciones de palabras "clave" para no olvidar la experiencia. Ten铆a demasiada prisa por adentrarse en Isabel y recuperar tiempo como para fund铆rselo escribi茅ndola.
Los siguientes meses se dedic贸 a leerla y a escucharla, se deleit贸 con cada intervenci贸n que busc贸 en las redes. Del todo explosiva la mezcla de inmediatez de archivos a un click y la disponibilidad 铆ntima de la que hace gala en cada uno de los archivos, creando su propia colecci贸n de entrevistadores at贸nitos.
Esa "disponiballende" era un tipo de talentosa generosidad que deb铆a registrar la RAE. Pues la accesibilidad tan salvaje a su persona permite en solo unos meses conocer las bases de una obra trabajada durante d茅cadas. La ganancia de tiempo no tiene precio. Ella lo sabe y no hace perderlo con estr谩s y disfraces de velo fino.
Ha conseguido tantas cosas Isabel Allende con su determinaci贸n a exprimir, a obsequiar con la mayor cantidad de expresiones para denunciar o celebrar: el amor, lo perverso, lo injusto, lo acomplejador, lo intocable, la memoria, el reconocimiento a los silenciados, ... Un esp铆ritu indefinible que contagia largo entusiasmo por la escritura y currado arrojo de decisiones r谩pidas; es la pegadiza energ铆a del Leo determinado a maximizar sus potenciales y donarlos al mundo sin piedad, sin pudor, con la misma ausencia de pudor con el que el mundo nos cristaliza en su trama.
La artista-miracle acorta cada vez m谩s las distancias m铆nimas de seguridad, da oportunidad para que, asom谩ndote todo lo que te atrevas, hiles m煤ltiples direcciones y no te pierdas. Si cuentas con una fe a repartir entre dos. Porque los libros son la interiorizaci贸n de una gran apuesta consciente o disimulada, con su peligroso riesgo de apagada decepci贸n.
Lecturas en las que nosotros tambi茅n nos saltamos las distancias m铆nimas en cuanto su creador nos tienta, como si por fin apareciera el definitivo mensajero del amor.
Raquel Berm煤dez G.
LaRakeLa 2025
Comentarios
Publicar un comentario