Francisco Rivera y su bebé, dime de qué presumes y te diremos lo que confiensas

Me parece genial que Francisco Rivera se haga una foto maltratando a un becerro mientras obliga a su hija a que, entre sus primeras y marcadoras experiencias olfativas, esté la sangre de otra joven criatura.

Lo malo sería que no hubiera constancia gráfica de un hecho que es tan normal en el mundo tauricida. Pero para eso tenemos a los toreros más vanidosos y torpones de todos ellos, para demostrar, con insistencia, que alguien dispuesto a torturar becerros está dispuesto a cualquier cosa, a torear la libertad de su propio bebé y exponer su vulnerabilidad dominada como si fuera un rabo cortado más. No hay mucha oportunidad para una elección futura cuando un padre te somete con apenas unos meses a seguir el mismo camino en círculo y cerrado. Las muchas o pocas posibilidades de que sea peligroso físicamente para la niña puede que sea un riesgo menor respecto al daño moral que exhibe.

Hay una frase magnífica en la nominada "The Big short"..., cuando uno de los protagonistas hace una serie de entrevistas para investigar una posible burbuja inmobiliaria que haría estallar la economía mundial; al dirigirse a unos agentes inmobiliarios jóvenes, exitosos y presuntuosos, éstos responden sin cortarse un pelo todas las marrullas que no se revisan en beneficio del negocio inmobiliario y la banca. El entrevistador no da crédito a que sea tan fácil sacarles esa información detallada y veraz, y le susurra a su compañero: "No lo entiendo, ¿por qué confiesan?"

- No están confesando, están presumiendo.

Pues eso, seguid presumiendo con vuestra única neurona que sobrevivió por "la gracias de Dios", seguid dibujando un retrato exacto de lo que sois, que eso sí que es arte.


Raquel Bermúdez González
LaRakeLa 2016



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