DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL










DÍA 10 OCTUBRE, DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL.

Resistimos en una atmósfera en la que parecen coincidir la concatenación de sucesos extremos a toda velocidad con el veloz ritmo con el que accedemos no sólo a la información de los sucesos; sino a detalles, perspectivas, impactantes imágenes sin previo aviso, ligeras opiniones o profundos análisis que se contradicen, confunden y solapan. Es posible resistir pero es imposible no salir tocado en la avalancha.

Las guerras de "fuera" se alían con las microguerras internas que, por pequeñas que sean, se envalentonan en los desastres para atacarte donde más te duela.
Es necesario desconectar ya casi como medida número-1 en activismo. Tal vez mirar de vez en cuando "a otro lado" sea tan importante como exigir atención básica en los raquíticos recursos para la Salud Mental.

Mirar a otro lado cuando el otro lado eres tú y quienes tengas más cerca, crear espacios de paz y autocuidado para poder opinar, interactuar y razonar en algún momento sobre los acontecimientos que nos sobrepasan. No anestesiarse, más bien lo contrario, buscar el centro de Battiato aunque lo único que encontremos sea gravedad permanente. No crear más conflictos en tu núcleo por defender ideas que, en la práctica, no sanarán a nadie. Porque la práctica es una realidad que no pretende otra cosa que desarmarnos y desalmarnos para objetivos inhumanos.

Pasos sencillos pero con determinación.

Enchufarnos a lo pequeño y lo cercano para rescatar lo inocente. Es además nuestro grano de arena para reprogramar la salud mental de generaciones que parecen condenadas a protagonizar un serial de atómica virtualidad.

Creatividad orgánica al poder,
 y tangibilidad cotidiana a sus órdenes.


Suele usarse "mirar a otro lado" con sinonimia a "cerrar los ojos", nunca como un enfoque en otras circunstancias menos alarmantes pero necesitadas de atención. Circunstancias que, a ojos de las más graves, pueden pasar por enanismo.
Un grave error de cálculo empobrecido, el dictaminar que ocuparse de "lo chico" es una ridiculez a la luz de los acontecimientos más perturbadores.

Quizás fuera lo contrario..., que lo incontrolable explota precisamente por menospreciar lo que en algún momento sí fue manejable. Qué control se va a tener sobre lo inmanejable si no estiramos antes el brazo al vecino nonagenario, a un gato quemado con pirotecnia, o a un niño abusado por otros niños en la puerta de un colegio por el que pasas a diario.

Ocuparse de "lo pequeño" sin complejos, sin miedo a que te señalen por exagerar lo que debería pasar desapercibido ante las grandes tragedias; ocuparse de lo que no escandaliza pero causa un dolor extremo precisamente por su normalización, su frecuencia y continuidad, mirar ahí nos fortalece la esperanza gracias a sabernos útiles. Nos prepara además para responder a retos mayores sin tanta necesidad de debatir, parlotear y discutir con tal de llevarnos el gato al agua. Sino actuando.
Por habernos acostumbrados a actuar desde el escalón de portal.

Ello no anula actuar con miles de kilómetros de por medio, gran actor es la Donación por humilde que sea. La tecnología logra que hasta el desfavorecido aporte a los aún más desfavorecidos a través de las microdonaciones, con plataformas como TEAMING pones tu granito de arena fina a partir de 1 euro al mes.

La pasta alcanza su máximo valor cuando lo haces rular hacia rutas que no alcanzas. Sonaría demasiado fácil para el que va sobrado de recursos si no fuera por el reto de estar en cuerpo y alma en aquellos lugares próximos e incluso familiares, donde sí llegamos si superamos miedos y perezas.

Entonces vamos construyendo paz sintiendo las causas menores no tan pequeñas y las luchas de largo alcance no tan lejanas.
Esa sanguinaria oscuridad tiene potencial de sobra para acercarse a nosotros hasta el acecho, por lejana que parezca; "no existe separación", nos han enseñado los más evolucionados.

Disfrutemos de la suerte de la paz, de sus sonidos y sus silencios, de lo relajante y lo divertido; cada quien con sus placeres, agradeciendo que nuestras diferencias en los gozos que cada uno elige sean posibles gracias a la paz.

Agradezcamos no sólo con rezo a los dioses, sino compartiendo los recursos, económicos y talentosos con quienes se desangran (aquí y allá), desarrollarnos como humanos útiles en la persecución de la paz lejana y cercana, aunque eso nos obligue a inevitables sufrimientos.

Con tal de no esforzarnos seguimos poniendo el mayor esfuerzo en teorizar para diferenciar lo grande de lo pequeño, una clasismo con el que esquivar la implicación. Para qué mover un dedo o un euro en luchas menores si lo que nos interesa es ganar la razón en cuanto qué es lo más o menos importante. Lo mío es más grande por lo que siempre lo tuyo será pequeño, da igual las variantes de cada circunstancia cuando etiquetamos por tamaño. Resulta camino para el extremismo, no cuidar lo bajito y moderado.

Escuchamos a los psiquiatras explicar las formas de convertirse en un extremista, que por "definición práctica" no buscan tanto soluciones como esparcir el terror. Mientras algunos se convierten a través de ideas religiosas y políticas, otros muchos son arrastrados a través de diferentes enfermedades mentales que encuentran en la violencia una forma de cebar sus demonios.
La radicalización es una grave amenaza en una sociedad tan tocadísima mentalmente como la actual, con la sensación de alguien dispuesto a cualquier cosa debajo de cada piedra.

Los que no pertenecemos a extremos, los que creemos en la paz por encima de estrategias y venganzas, debemos reconocernos unos a otros, unirnos y gritar contra las malditas guerras, invasiones y dominancias.

Sin que nos avergüence lo minúsculos e insignificantes que en este globo en llamas seamos.

RAQUEL BERMÚDEZ G.  LaRakeLa






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