PATTI SMITH - carta a
En una de sus libretas tem谩ticas y diarios "generales" cre贸 un listado de las mejoras cotidianas que ayudar铆an a priorizar movidas, tiempos de consumo y calidades de las consumiciones. Algo bastante sencillo de escribir, que se volv铆a m谩s f谩cil de ejecutar cuando lo percib铆a escrito.
Y as铆 fue como volvi贸 a rebajar los tiempos de pantalla, en pos de a煤n m谩s lectura, paseos caninos a煤n m谩s largos y sesiones de baile no coreografiadas, explayadas.
Un par de d铆as le cost贸 acostumbrarse al cambio de papeles.
Hab铆a otro aspecto a reeditar en los papeles liberadores: sobre la lentitud.
Un confereciante se hab铆a hecho peri-viral difundiendo las bondades de bajar el ritmo motoro en hombres y mujeres cuarenta帽eras, edad en la que se pierde tanto aceite hormonal.
El experto explicaba con delicadeza c贸mo mejorar铆a nuestro flow si ejecut谩semos los quehaceres a c谩mara lenta. Hablaba despacio, deb铆amos tambi茅n hablar despacio, a veces se percib铆a un esfuerzo por no acelerarse y resultaba gracioso. Sin llegar a c贸mico, la verdad sin matices le amparaba.
La oyente reconoci贸 en su advertencia la aceleraci贸n con la que despachaba el d铆a a d铆a, la rapidez con la que incluso le铆a y escrib铆a.
Se acord贸 de los primeros libros de la ni帽ez, el gozo lento de aprender a leerlos y entenderlos cuando sab铆amos a煤n menos; el no saber tiene esa parte buena, te obliga a darte tiempo.
Aquel conferenciante le tent贸 a meter un poco de ese tempo en el kit de supervivencia: a partir de ahora saborear铆a m谩s cada lomo.
Menos ansia.
Lo de escribir despacito era otra historia, mejor hacer la vista gorda.
Los libros que m谩s disfrut贸 con respiraciones profundas en la nueva etapa fueron de Kundera e Isabel Allende, una gozada recrearse en algunas frases y superar el deseo de avanzar, avanzar para localizar el pasaje donde el lector se adentra hasta el culmen de la identificaci贸n, o, por el contrario, el descubrimiento de lo completamente ajeno y nuevo; pasajes que vuelven a las obras "solo nuestras".
Se iniciaba en el nuevo ritmo con fluidez persuadida, bastaba levantarse una hora antes para ganar los primeros puntos, para ir lenta desde su habitaci贸n al aseo y del aseo a la cocina, donde ya se despertaba la conciencia por los movimientos, a veces re铆a cuando Parri la miraba desquiciado por pisar calle, aunque ya hubiera meado el patio. Era un plus liberador re铆rse de una misma mientras te concentras en lo que en alg煤n momento puede convertirse trascendental.
No crey贸 necesario cambiar la costumbre de leer tres tomos a la vez, eso no era ni veloz ni lo contrario, le gustaba contrastar con diferentes autores o tem谩ticas, y lograr que se complementaran; lo peor era cuando se contradec铆an en id茅nticas 谩reas y cero matices. Entonces una advert铆a que hab铆a ca铆do en la trampa del exceso de informaci贸n. Hay que evitar los excesos por bueno que parezca el asunto, o te estampar谩s contra el muro al que se suben tus referentes m谩s especializados para competir con sus sabidur铆as.
Era martes 28 de abril, d铆as antes el n煤mero de seguimiento certificaba que el env铆o llegar铆a el lunes 27.
Pero ese d铆a deb铆amos asistir al Apag贸n Ib茅rico.
El espectacular acontecimiento revel贸 a las 煤ltimas generaciones "la llegada" de la radio a pilas, aquellos j贸venes que no pillaban la importancia del artefacto menos pod铆an entender la imposibilidad de que algo nuevo llegara.
El martes se renov贸 la electro-rutina, para olvidar (con rapidez, sin laxitud) aquellas zonas donde se sigue sin luz, en toda su preciosa polisemia.
El env铆o lleg贸, lo coloc贸 en el estante de asuntos pendientes, retras贸 con placer el instante de despegar el envoltorio, ralentiz贸 la gana y la demora.
Elegido el momento se sinti贸 lista para recibir el impacto. Se acomod贸, respir贸 hondo, hipnotiz贸 a Parri para apaciguar su hiperactividad, y comenz贸 con lo previsto.
Lo previsto era dedicarle, a lo sumo, un par de horas. Iba a ser el primer libro al que aplicarle la nueva pol铆tica de consumos suaves. Adem谩s, hab铆a tareas pendientes debido al apag贸n del 27A.
Lo menos esperado tras un apag贸n de dimensi贸n peninsular es que fuera seguido por un apag贸n particular, una desconexi贸n tambi茅n sin precedentes.
Hab铆an volado seis horas desde que desenvolvi贸 la novedad y encendi贸 el m贸vil para ver la hora: la una de la ma帽ana.
Hora en la que el hambre la hab铆a sacado de la sofisticada m谩quina del no-tiempo...
Quien la hab铆a metido en ella tambi茅n era una m谩quina, pero con un cableado muy identificable, patentado dentro de una carcasa llamada Patti Smith.
Por supuesto que se hab铆a preparado previamente para que su obra "Just Kids" la secuestrara en emocionantes sesiones de las que le costar铆a escapar. Pero no calibr贸 el arrebato que la amordazar铆a y atar铆a quebrantando cualquier voluntad que no fuera escanear sin cesar la genuina animalidad de su memoria.
Tres sesiones semiacabaron con la parte m谩s f铆sica del arrebato, releyendo los p谩rrafos m谩s punkis o tiernos, dejando en stand by escenas claves para continuarlas con entrevistas desempolvando portadas de Popular1. Y qu茅 hablar de los terabytes de material pantallero, qu茅 lujo de recursos para alargar Just Kids en una versi贸n tan prominente como se deseara. Su 煤ltima p谩gina era entonces poco m谩s que pseudo-org谩nica.
Se necesitaba tanto tiempo para sacar partidazo a Just Kids, tiempo de reflexi贸n y digesti贸n, tiempo para encontrarle espacio a sorpresas tan atrevidas que no basta con la conocida generosidad de la Smith, imprescindible esa mente imperial que sabe ponerse a mil sin estrellarse.
En el bagaje memorial de una sola persona encontr贸 respuestas que fueron dadas por perdidas.
En un solo individuo. Claro que la reina felina del punk no es cualquier individuo, si es que fuera posible alg煤n etiquetado. La po茅tica hada del rock no lleva precinto, sus productos solo se dejaron comprar por la terquedad de quien se presiente desenvuelta, desempaquetada. Sin p谩nico a que los presentimientos de sus art铆culos no se cumplan, sin miedo a compartir las limitaciones de sus materiales, dispuesta en invertir cada centavo en un viejo asador,
sin frigo ni carne.
Muerta de hambre.
Una m谩s en el Chelsea de los a帽os sesenta. Cu谩nta sed en la calle... con la sed se olvida el hambre.
Y sobrevives y creces. Creces tanto que alcanzas ser premiada por el National Book.
Igual que comparti贸 el hambre, comparti贸 sin fingida modestia la gran felicidad por el merecido premio. Se sent铆a merecedora, adem谩s de ganar pudo contagiarnos su alegr铆a.
No elijas esta obra si est谩s inici谩ndote en la filosof铆a de ralentizar tus actos, es ardua tarea no devorarla en tres ansiosos bocaos. Tal vez fue una de las caracter铆sticas por las que el premio qued贸 atrapado en Patti.
Gracias a la autora de "Because the night" por ense帽arnos a enfocarnos en nuestros prop贸sitos y desprop贸sitos, por ense帽arnos que se帽alar y rese帽ar nuestras referencias y adoraciones nos conduce a nexos divinos y propios en los que la fe es dif铆cil de perder. Gracias por desacomplejar la vulnerable inercia creativa que solo a uno mismo le corresponde reconducir. Ojal谩 a tu inercia le quede a煤n mucha enso帽aci贸n con la que seguir apremiando nuestra inquietud.
Por gozoso que sea lo lento.
Raquel Berm煤dez Gonz谩lez
LaRakeLa 2025
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