EL INFINITO EN LA PALMA DE LA MANO
"Lentamente, Eva recuper贸 sus fuerzas. De unas setas de sombreros intrincados que crec铆a en la densa vegetaci贸n del r铆o tom贸 la idea de anudar plantas fibrosas y hacer una red para atrapar los peces. Cuando los com铆a, procuraba no recordar sus 谩giles aletas nadando en la corriente. Para no sentirse culpable, se convenci贸 de que las criaturas del agua no sufr铆an el mismo tipo de muerte que las de tierra. Imagin贸 que transitaban de un estado al otro con la mansedumbre con que se pasaban la vida flotando y nadando en silencio. Los peces que ella com铆a los so帽aba luego movi茅ndose en su est贸mago, en el refugio redondo que d铆a a d铆a le crec铆a en el vientre.
Quer铆a volver al mar. El recuedo de las ostras, la idea de encontrar la mujer avistada en sue帽os, el mugido quieto de las olas, el deseo de vagar sola sin que el hombre se empe帽ara en acompa帽arla se posesionaron de su 谩nimo. Esper贸 a que Ad谩n se marchara una ma帽ana y empez贸 a caminar..."
"EL INFINITO EN LA PALMA DE LA MANO" Gioconda Belli

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