"She´s not me", y nada acaba conmigo.

Obsesionada por el cáncer que se llevó a su madre cuando era una niña, Madonna se exigió a sí misma dos regalos compensatorios: que el porcentaje de seres que la amaran superara en cualquier momento al 69% del planeta, la otra meta fue volverse capaz de burlar a la muerte para reencarnarse en vida en todos los símbolos que le diera la gana. En el camino de tal ambición ha transmitido tantas cosas como para ser odiada por todos los ignorantes que no fueron capaces de ver más allá de toda la pasta conseguida en el proceso. Ha jugado con los extremos, ha querido provocar, exhibir tus propios prejuicios o simplemente no tener nada ni a nadie en cuenta más que a ella misma: imposible que alguien pueda tirar la primera piedra.
Madonna puede ser la más puta o una inocente virgen que descubre el nuevo mundo, puede ser la más tirana del universo o un rebelde ángel cansado de que los dones más aplaudidos sean los más soporíferos. ¿Quién puede saberlo? Lo que sí sé es que los homenajes, de hacerlos, han de hacerse primero en vida.

Todas sus vidas en "She´s not me" (remix del original de Hard Candy, 2008)

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