Quedada con Anoxia - Miguel Ángel Hernández


El pasado viernes tuvimos sesión de nuestro Club de Lectura Taskero con la obra ANOXIA, de Miguel Ángel Hernández, propuesta por uno de los participantes.

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AVISO: HAY SPOILER.
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Me semiavergüenza admitir que no conocía al autor a pesar de ser murciano y no sólo aquí reconocido. O tal vez oí alguna campana pero olvidé. Hay algo en muchos artists "cercanos" que me hace no atenderlos, tiene su explicación, y también su prejuicio: he conocido sus aires en diferentes formatos y coinciden en algo que a mí no me apetece. Este prejuicio no tiene nada de interesante, es subjetivo y no tiene más chicha que la de preferir una larga lista de libros pendientes, escritoras por delante.

Así que empecé a leer con poca curiosidad pero con respeto habitual.

Antes algún compañero comentó que trataba sobre la fotografía mortuoria, el daguerrotipo y una tipa en duelo.

Con esos elementos tan densos me inquietó toparme con un autor morboso, poco original y que en la quedada alguien propiciara un debate oscuro e infantil y encasquetara de centro una calavera carnavalesca.
Bueno, me lo leo y ya veré si voy.

Estoy en duelo, por muchos cojones y años que le eche, es un duelo interminable.
No lucho contra ello ni me condiciona a tiempo completo, pero me protejo. Con que una sola persona en un grupo de treinta no sepa tratar con sensibilidad el tema del duelo me supone un arañazo innecesario. Un arañazo del que defenderse con arte, pero tanto el arañazo como la defensa son innecesarios.

Así que empecé a leer sin estar segura de acudir luego. A veces un libro te encuentra por los canales más atípicos y esa ruta no hay que infravalorarla. En este caso el pantallazo de un desconocido.


Dolores recibe una peculiar llamada mientras cruza el desierto del duelo.
Dolores bañaba su anterior vida junto a la plenitud y belleza del Mar Menor, ahora ambos sufren anoxia. Es ella también un pequeño mar inerte y desbordado de mierda cuyo fango ahoga el resto de dolencias de las que no es del todo consciente. La agonía del Mar Menor le hiere más de lo que sus circunstancias le permiten.

Se trata para mí del corazón del libro, con otros latidos de interesantísimo calado como el origen de la fotografía y el daguerrotipo.

Hay un personaje que se me queda flojo, Teresa. Hay otros maravillosamente retratados con pocas páginas, como Alfonso.
Un Alfonso invasivo, intuitivo, nacido para adelantarte por los dos carriles. Ese perfil que no acaba de coronarse como miserable porque atrae y repele en su capacidad para transmitirte la energía que hace demasiado que no sientes.
Dolores es rozada por el deseo "Alfonsil" 🙃 después de años paralizada dentro de un daguerrotipo. Que es como se siente cuando pierdes la persona más amada, no tiene por qué ser la pareja.

Y cuando te besan por primera vez con más de mil días de travesía mortuoria en los que has rechazado el contacto sensual; esa vuelta a la vida, aunque el deseo solo te dure unos minutos, aunque no te convenza el susodicho, es un chute de oxígeno para cada gota del body.
Ya solo por cómo refleja Miguel Ángel Hernández la excitación, coraje y sensibilidad femenina; ya con ello es una lectura rica.
En su delicadeza y respeto por el renacer femenino, y en su denuncia firme contra el ecocidio de nuestro Mar Menor.

La quedada fue estupenda, alargándola de taskeo, lo que habláramos entre nosotros para nosotros queda.
Sí decir que a última hora coincidí con alguien que ratificó mi visión de que la brevedad fantasmal del secundario Alfonso aviva a nuestra protagonista más que el principal Clemente.

Es fácil confundir tensión con deseo, solo si se descubren puntos comunes de calidez se sale del atascadero.
Una pena que Alfonso careciera de noble caldero para compartir con la maravilla de mujer retratada en Dolores.


Raquel Bermúdez González
LaRakeLa.com 2024
PHOTOGRAPIC, gira DM en 2006, gozada en Torrevieja con amigos y Samuel, touring THE ANGEL.










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