Retorno a Hansala - Chus Gutiérrez

Anoche retornamos otra vez a Hansala.

Un trayecto con tensión y rigidez cadavérica, pero también con la calidez de quienes dan su palabra.

En aquellas tierras donde se posee poco o nada, la palabra puede valer oro. Es lo único que nadie puede quitarte, a lo único que agarrarte mientras a tu familia y amigos se los traga la mar.
No exactamente es mar quien traga, mar es mucho más, es la salada vía hacia los sueños flotantes.
Pero para llegar, forzosamente se necesita flotar. La directora Chus Gutiérrez logra que los suyos lo logren, que tengan al menos el margen de tiempo que nos permita captar por ambas caras una realidad de la que sólo se publicita una: la inmigración descarriada tal si fuera una amenaza letal.

Para trascender la manipulación de esa única cara mostrada vamos a Hansala. Aquello no es un paraíso peliculero, en Hansala pueden asustarte y atracarte aunque vayas en un coche fúnebre, no hay ningún truco que empuje a idealizar, es un lugar donde sus habitantes se dedican a lo que nos dedicamos todos, a sobrevivir, pero con las carencias que hacen vivir sólo con lo puesto.
Vivir con lo puesto tiene al menos una ventaja, cuando mueres identificar el cadáver es posible sin identificar el cuerpo.

Los que tenemos más mudas también llevamos cargas, tras tropecientos años de matrimonio te puedes encontrar a punto de separarte, con unos cuernos bien macizos, embargado, o que tu única fuente de ingresos choque en un determinado momento con tus propios principios. Tener varias mudas no es garantía de nada si no tienes un techo seguro donde cobijarlas. En ello se encuentra el protagonista (José Luis García Pérez), que, sin imaginarlo, emprenderá un viaje de identificación con su protegida (Fatima Andah).

Tocaba escapar, consejo de un buen amigo, escapar de la supuesta comodidad europea... para acabar dándote cuenta que si todos buscamos lo mismo, no acabar demasiado pronto muerto en una caja, ya sea en una caja de personas, ya sea de pescao, tal vez quiera decir que todos nos parecemos más de lo que estamos dispuestos a admitir.

La maravillosa película nada peliculera tuvo un magnífico broche, dentro de lo magnífico que pueda ser atender a ciertas cifras como más de 20.000 rescates anuales por parte de Cruz Roja (la mayoría de ellos realizados por voluntarios), y más de 30.00 peticiones de asilo en nuestro país de las que se cubren un porcentaje mínimo.
Mucha más valiosa información que una mayoría desconocíamos fue dada anoche por Íñigo Vila (responsable de emergencias internacionales en España), y Maria Jesús Vega (portavoz de ACNUR en España). No pudieron expresarse mejor ni dejarnos las cosas más claras que el agua.

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