Verano 1993

No puedo decir nada nuevo que no suene maravillosamente repetitivo. 
El reflejo 10 de una historia.
O un par de subjetivos puntos menos por aquel gato que perdemos de vista y otro animal degollado. No hay aportación de reacción a hechos tan inapetecibles.

Aun así es una película tan luminosa como para que no me apetezca diseñarle pesados toldos de palabras.
Aparte del magistral final recordaré mis tres segundos favoritos de Frida. Tras su intento de escapada, la dignidad infantil en su inmaculado cénit pronuncia algo parecido a...
 «Mejor me muevo mañana, que ahora está muy oscuro».






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