Una carta de amor con permiso de Madame Cagaless

Paseaba anoche por BUSQUETS cuando nos paramos con un familiar y amigos que suelen pasar aqu铆 las noches. Iba Parri conmigo cogido, ni suelto ni molestando ni ladrando, cuando una se帽ora acompa帽ada de otra se帽ora a煤n mayor lo mira con cara de angustia parturienta y me dice que lo quite de inmediato.

Como voy con mi peque帽a hermana-prima Claudia, intento darle un ejemplo de autocontrol y no digo ni p铆o.
Sigo hablando con la mesa sujetando a Parri lo m谩s cerca a m铆 posible a la vez que pregunt谩ndome por qu茅 estoy haciendo este esfuerzo silencioso con alguien tan desagradable. Pero pienso en mi hermana y me contengo.

Y cuando estoy a punto de irme, creo que la peque帽a de la familia no debe aprender una normalizaci贸n de desprecio (como todos los locales es PET FRIENDLY en exteriores), y mucho menos ver que no reacciono a ello. As铆 que llevada por la cara de asco que la tipa a煤n manten铆a con una tenacidad que solo los deformados son capaces de sostener tan largo tiempo, me acerco y le digo que a juzgar por su semblante mucho amor le falta en su vida, que lo mejor que podr铆a pasarle era conocerlo aunque sea a trav茅s de otra especie, ya fuera una avispa.  Saben los presentes que fue dicho en un tono tan veraniego que hubiera podido tomarlo como un refrescante consejo.

Pero la superioridad de Madame Cagaless no da cr茅dito a que me acerque a alguien de su categor铆a y, sin mirarme, comienza a repetir sin alterarse, como drogada y gimiendo en una pesadilla, qu茅 ascoooo, perros, qu茅 ascooo...

Prefer铆 apiadarme de la extra帽a escena, por la posibilidad de que en una vida anterior la pobre fuera devorada y traumada por una manada de lobos que fijo palmaron en la digesti贸n.
Adem谩s, tengo a Eloy al lado, por respeto a 茅l y a su negocio sigo andando y no le respondo.

Yo, que en mis a帽os de protectora cre铆 verlo todo, nunca vi ademanes tan exquisitamente repelentes.
Alguien que no s贸lo no disimulaba el asco por los perros, sino que cree en un estatus donde alardear del asco da m谩s empaque.

Nadie est谩 obligado a conocer el lujo del amor animal; conscientes debemos ser de que hay fobias, man铆as, trastornos y traumas variados (no, no nos enga帽emos, no se trata de simples preferencias, ligado est谩 a emociones profundas).
Pero padecerlos no debe ser un pretexto con el que normalizar el desprecio. 

Si no eres capaz de disimularlo, tr谩tatelo psicol贸gicamente,  y si tampoco consideras tratarlo y lo que pretendes es imponerte incluso en un espacio en el que son permitidos, solicita entonces la distancia con educaci贸n y tacto hacia el humano que de aqu茅l se sabe familia. Yo hubiera aceptado distanciarme estando en mi derecho de no hacerlo, porque  no hay mayor demostraci贸n de clase que evitar una situaci贸n vulgar y bochornosa como la que creaste en p煤blico, Madame Cagaless.

Perteneces a esa estirpe que no s贸lo odia a los animales, sino a aquellas personas que descubren dicha a trav茅s de ellos. Y ah铆 ya hablar铆amos de una turbaci贸n que en lugar de granizado requiere de un c贸ctel sedante que nos proteja a los dem谩s de cocos como el que anoche dejamos atr谩s, relami茅ndose en su propia repugnancia mientras cre铆a beber simplemente limonada.

Miro a Parri y de alguna manera puedo entender que le escupieras sin cesar con los ojos, debe ser duro para un coraz贸n feucho soportar tanto afecto y belleza.

Te deseo suerte para que alguna vez alguien te dedique cositas lindas, te dediquen una carta de amor como para Parri ha sido 茅sta.




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